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Ánimas de Tubará: una creencia cultural, histórica y ancestral

Para los tubareños la celebración de las ánimas es algo que se convirtió “en una tradición imborrable”. Les ponen ofrendas, les cantan canciones, les prenden velas e incluso les piden protección. Para ellos, las ánimas son “parte de la familia”.

Las velas son prendidas en honor a las ánimas. Foto: Angélica Noguera.

“Que las ánimas te acompañen”, suele escucharse cotidianamente en las pintorescas calles de Tubará. Es un sinónimo de “Dios te bendiga” o “buena suerte” y suelen repetirla tanto niños como adultos, pues con el pasar de los años se ha convertido en parte de su idiosincrasia cultural.

Y es que para los tubareños las ánimas no son solo aquellas almas “que aún tienen pendientes en la tierra”, sino entes protectores que desde el más allá cuidan de aquellos que aún los recuerdan y los ofrendan. Es por eso que año tras año, esta comunidad ubicada al norte del Atlántico dedica un mes completo a presentar sus respetos a estos “seres” que para ellos son tan representativos. Tienen muchas formas de hacerlo: se les canta, se les hacen misas e incluso se les preparan “sus comidas favoritas”.

“Pasteles, chichas y lo que más les gusta: el bollo de angelito. Ese bollo en un manjar para las ánimas y por eso comenzamos a ofrecerlos desde el primero de noviembre que es el Día de los Angelitos, luego seguimos repartiéndolo durante todo el mes, pues esa es una ofrenda que les gusta a nuestras ánimas”, dijo a Región Caribe ORG, Gloria González, una de las expertas en preparar este alimento.

De igual forma, todos los 23 de cada mes de noviembre, los moradores de este pequeño municipio ribereño se reúnen en la iglesia del pueblo, en donde llevan a cabo distintos rituales que se realizan para honrar a estas almas que ellos tanto cuidan. Según ellos, las ánimas son aquellos ancestros que ya partieron y que son capaces de guiarlos, protegerlos y hasta “hacerles favores”.

“En este mes de las ánimas las almas tienen permitido andar por el pueblo, visitar a sus familiares, saber como están e incluso advertirles si están en peligro. Es algo que es lindo para nosotros ya que sentimos ese amor de los que ya no están con nosotros”, aseguró John González, coordinador del Grupo de Vigías de Patrimonio en Tubará.

Esta celebración se une a la del Día de los Angelitos, la cual también tiene mucha relevancia en el pueblo ya que, según los tubareños, en este día es donde se les ofrenda a aquellos niños que fallecieron al nacer y que se convirtieron en ángeles guardianes. Asimismo, se celebra el Día de todos los Santos, fecha en la que se conmemoran a todos aquellos que fueron santificados y que de una u otra forma, también protegen a las personas.

“Aquí el patrono de nosotros es San Luis Beltrán. Él llegó hasta Tubará desde España y decidió asentarse aquí e hizo muchos milagros. Cuando él llegó no podía comunicarse con nuestros ancestros los Mokaná, ya que no entendía la lengua. Tuvo un intérprete que lo que hacía era tergiversar todo lo que él decía (San Luis) y por eso al principio no lo querían, pero luego le pidió a Dios que le diera el don de lenguas y Dios se lo dio y así fue como él comenzó a comunicarse personalmente con la comunidad y a servirle”, añadió el líder cultural.

En las calles del municipio se pueden observar muchos puntos en donde se hace alusión a este santo, uno de esos sitios es el Pozo de San Luis Beltrán. Este pozo está ubicado en el corazón del pueblo y según la leyenda, fue llenado gracias a las oraciones de este hombre, quien en ese entonces fungía de misionero por distintos países de América.

“Fue un hombre ejemplar y dedicó su vida al evangelio. San Luis Beltrán era un hombre de apariencia débil pero que demostró tener una fuerza interior increíble ya que tuvo la fe suficiente para hacer brotar agua en un pueblo donde había sequía y todo lo logró por medio de su conexión con Dios”, precisó González.

Altar a San Luis Beltrán. Foto: Angélica Noguera.

Sin lugar a dudas, este municipio está lleno de historias asombrosas que encajan perfecto en el paisaje místico y arborizado de cada una de sus calles. El fervor y amor que sienten sus habitantes por estas creencias es algo digno de admirar, pues con el pasar de los años este tipo de fechas han dejado de tener importancia en muchos sectores del país que también solían celebrarlas.


Ruta cultural en conmemoración al Día de las Ánimas

En el marco de esta tradicional celebración, el grupo Vigía del Patrimonio Alquimista Morado de Tubará en alianza con la Corporación Escuela de Artes para la Paz y el apoyo de la Secretaría de Cultura, llevaron a cabo una ruta por el municipio en conmemoración a las ánimas.

Durante el recorrido, el vigía habló acerca de la importancia de la conservación de esta tradición ancestral. Aseguró que desde siglos atrás este tipo de conmemoraciones se realizan “y se seguirán haciendo por muchos años más”, ya que, explicó, no solamente está envuelta la parte devota de los ciudadanos que confían en todo lo que se “predica” respecto al tema, sino también la parte cultural, pues actualmente las ánimas, los santos y los angelitos se han convertido en algo autóctono del municipio.

Por otro lado, durante la ruta fue posible visitar ciertos puntos emblemáticos del sitio y conocer las historias que tienen detrás. El primer punto del recorrido fue en la Plaza de las Madres, el cual es un atractivo turístico con espacios alegóricos a la cultura Mokaná. Cuenta con parque infantil, gimnasio biosaludable, tarima con gradería, arborización nativa, diseños de piso petroglifos alusivos a la historia de ‘piedra pintada’, quioscos artesanales, etc.

Plaza de las Madres. Foto: Angélica Noguera

El siguiente punto fue la Iglesia San José, un lugar muy “querido y respetado” por los tubareños. Es una iglesia grande e imponente y queda ubicada precisamente en una de las dos calles de piedra con las que aún cuenta el municipio. Pese a que el lugar ha tenido “idas y vueltas” debido a la mala administración que en algún momento tuvo, actualmente se encuentra totalmente restaurado y en óptimas condiciones.

La iglesia queda ubicada en la punta de un cerro. Foto: Angélica Noguera.

El pozo a San Luis Beltrán se ubicó de tercero en el recorrido. Allí el vigía explicó más a fondo la historia del santo, la forma en la que llegó al municipio, entre otras cosas. El pozo actualmente está vacío, tiene entre 15 a 20 metros de profundidad (aproximadamente) y queda al lado de un pequeño monumento en honor al santo.

También fue posible conocer el cementerio del pueblo, el cual es un lugar que guarda muchas historias, anécdotas e incluso leyendas, ya que es allí en donde se llevan a cabo todos los sepelios de los fallecidos en ese territorio. Los ciudadanos suelen entrar allí con el mayor de los respetos, pues para ellos se trata de “un templo sagrado”.

“Aquí hacemos la misa de los 23 de noviembre en honor a las ánimas, todos los del pueblo vienen y hacemos las oraciones y las actividades en honor a ellas. Todos aportamos algo y cuando alguien no puede estar presente normalmente envía algo para aportar. Es algo que nos tomamos con mucha seriedad y respeto”, dijo Herminia Mendoza, una de las rezanderas del lugar.

En este espacio descansan eternamente los fallecidos de este municipio. Foto: Angélica Noguera.

Por último, el recorrido finalizó en la Casa del Artesano, sitio en donde se exhiben piezas elaboradas a mano por los artesanos de Tubará. Se encuentran distintos tipos de artículos que suelen estar relacionados con la etnia Mokaná y se hacen generalmente con materiales naturales como la caña, totumo, bambú, entre otros, los cuales son propios del municipio.

Dentro de esta vivienda hay distintos artículos decorativos y de bisutería hechos a mano por los artesanos. Foto: Angélica Noguera.

Es toda una experiencia conocer más a fondo todo lo que este municipio tiene para contar, son historias que solo se entienden sumergiéndose en la cultura y escuchando lo que los pobladores tienen para decir.

El bollo de angelito es el manjar de las ánimas. Foto: Angélica Noguera.

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