Vida Manglar llegará a 9128 hectáreas para aumentar la capacidad de captura de carbono.
En medio de la vegetación espesa del municipio de San Antero, en Córdoba, se abre paso la Bahía de Cipatá, un corredor que alberga los considerados mejores manglares del Caribe colombiano.
Y es que, este fue el epicentro del proyecto Vida Manglar, una iniciativa que le apuntó a conservar 9128 hectáreas de bosques de manglar en las costas de Córdoba y Sucre, y cuya menta se posiciona en la reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en un 51 % al año 2030, teniendo en cuenta que los mangles capturan 10 veces más dióxido de carbono que los bosques terrestres.
“Anteriormente, los manglares eran considerados un problema por la generación de metano, óxidos de azufre y CO2. Sin embargo, demostramos al mundo que atrapan el carbono, lo mineralizan y este no vuelve a la atmósfera. Hemos demostrado que el manglar puede trascender de un elemento paisajístico y de área intocable, a un productor de bienes y servicios ambientales sostenibles para que la comunidad prospere”, indicó el capitán Francisco Arias, director del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (Invemar)
Así mismo, dentro del proyecto, el trabajo en conjunto con la comunidad tuvo un impacto favorables para quienes desde sus entornos le han apostado a la preservación y cuidado de la zona “El apoyo hoy tiene resultados tangibles en términos de conservación y de reducción de emisiones de CO2”, manifestó el Para Orlando Medina, director de la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y San Jorge (CVS), y añadió que, se hizo una medición de las emisiones de mayo de 2015 al 31 de diciembre de 2018, y “arrojó una reducción de 69.000 toneladas”.
Esto, teniendo en cuenta que, el mangle es un ecosistema que ha sido catalogado como parte fundamental en los esfuerzos globales de mitigación y adaptación al cambio climático.
Fabio Arjona, vicepresidente de Conservación Internacional, aseguró que este proyecto se extenderá a los sectores La Caimanera y Guacayama, en Sucre, que son otros relictos de manglar. “Este es un ejemplo mundial producto de un trabajo de investigación de muchos años que tuvo en cuenta a la comunidad que vive del manglar, demostrando que es posible el aprovechamiento sostenible”.
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