A pesar que grandes referentes del genero Vallenato como Diomedes Díaz, Jorge Oñate, Poncho Zuleta e incluso Rafael Escalona, no hayan nacido en Valledupar, nadie pone en duda su título irrevocable como capital mundial del Vallenato, y es que la capital del Cesar además de estar acompañada por su cálida temperatura, la afabilidad y servicio de sus habitantes seguramente ha influido mucho en que la ciudad hoy en día sea tan apreciada por locales y turistas. Encontrarse en un punto clave que conjuga el Cesar con la Guajira, juega un papel muy importante en los encuentros culturales que tanto han influenciado al género Vallenato, y que hoy en día es prácticamente la definición en gran medida de lo que es y se vive en el ‘Valle del Cacique Upar’.
Redacción: Santiago Solórzano
Los encuentros clandestinos y formales, entre parrandas y romances que se daban en un punto tan importante como lo es el rio Guatapurí, que ante el calor abrazador sus aguas frívolas y el hermoso paisaje rocoso rodeado de árboles como el higuerón, se sigue convirtiendo hasta el día de hoy en fuente de inspiración para componer y asonar letras, o incluso entre familia y amigos seguir escribiendo recuerdos, que hacen de la vida un poco más llevadera ante lo pedregosa y trochada que se puede tornar en algunos tramos de esta. A tal punto, que como lo suelen hacer muchos jóvenes en este cuerpo de agua, dar un salto de fe no es tan mala idea como se suele pensar.
Y es que precisamente son estos saltos de fe los que han llevado a muchos artistas del genero Vallenato desde el año 1968 a participar en el Festival de la Leyenda Vallenata. Aquella ya modernizada Plaza Alfonso López, sigue siendo desde sus inicios posiblemente la tarima más importante en la vida de un músico Vallenato, no es para menos el lugar que reunía a grandes juglares, como se le conoce a los referentes del género, dándole así un significado de respeto y admiración a este lugar en el que se respiran historias, cargadas de canciones y piquerías vallenatas.
A pesar que hoy en día muchos de estos juglares ya no están, claramente los homenajes hacia sus personas son más un deber que un querer, teniendo en cuenta su labor no solo como artistas sino como eslabones que han construido a punta de versos y pulmón la historia de Valledupar, que entre prosas de amor hacia esta, más de una persona termina encantada y con ganas de conocer aquel ‘Valle del alma’ que tanto hablan en sus canciones. Es así como la capital del Cesar hoy esta vestida en diversos puntos con esculturas de estos juglares, como una muestra reciproca de cariño y agradecimiento.
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