La preocupación que existe entre los habitantes del Caribe y el resto del país ante un posible racionamiento.
Columna del exministro Amylkar Acosta.
El año anterior la firma XM, que es la entidad responsable de la administración y operación del Sistema interconectado nacional (SIN) emitió dos alertas tempranas. La primera, que estábamos ante la inminencia de un apagón financiero de las empresas distribuidoras de energía por cuenta del abultado saldo de la deuda contraída por sus usuarios, debido a la aplicación de la opción tarifaria, mediante la cual se difirió el pago de las alzas tarifarias durante la crisis pandémica, que ya acumulaba los $5 billones. Así, mientras dichas empresas deben cancelar de contado la energía a los generadores, ello les genera una dificultad en su flujo de caja que podría llevarlas a la insolvencia, la que a su vez podría derivar en un “efecto dominó”, que fue como la llamó en su comunicado de advertencia XM.
En un comienzo el Ministro de Minas y Energía, Andrés Camacho, desestimó ésta alerta, pero a poco andar, ante el anuncio de Air-e de su imposibilidad de pagarle la energía a sus proveedores, lo que la habría conducido a una limitación de suministro y a la consiguiente intervención por parte de la Superintendencia de Servicios Públicos, se vio compelido a disponer la apertura de un cupo de crédito con tasa de interés compensada en FINDETER, inicialmente por $1 billón, ampliándose posteriormente a otro billón, con el fin de solventar a las electrificadoras.
Luego, XM dio cuenta a través de otro comunicado que debido a la incapacidad de las líneas de interconexión de energía de transportar la cantidad suficiente para satisfacer la demanda de la región Caribe, se estaba registrando una “demanda no atendida”[1], que es como llama XM eufemísticamente el racionamiento en la prestación del servicio a la cual vienen siendo sometidos los 2.4 millones de usuarios en la región. Ello, debido “al agotamiento de la red de transmisión”[2]. Advierte, además, que “la demanda no atendida que se viene programando en la región Caribe como consecuencia del agotamiento en la red de transmisión regional podrá incrementarse en la medida en que crezca la demanda de energía en dicha zona”[3]. Y en efecto, la demanda ha venido creciendo a un ritmo inusitado que sobrepasa el 11%. Este hecho ha pasado por desapercibido porque este país es tan centralista que mientras no llueva en Bogotá no se reconoce que hay invierno en el país!
No obstante, esta anómala situación está a punto de repetirse en el Centro del país, particularmente en la Sabana de Bogotá. Lo ha dicho claramente el Presidente del Grupo Energía Bogotá (GEB), Juan Ricardo Ortega, vivimos “un momento de enorme vulnerabilidad. Si la demanda de energía sigue creciendo y no hay nuevas líneas de transmisión, hay que decidir qué parte de la demanda no va a ser abastecida…Estamos a la vuelta de la esquina de recortes de recortes de energía. La gente no va a poder tener la certidumbre de que su nevera va a tener electricidad 7 X 24”[4]. A falta de líneas con capacidad de transportar la energía desde las fuentes de generación, HIDROITUANGO, HIDROSOGAMOSO y CHIVOR, se está dependiendo actualmente de TERMOCIPA (Boyacá), que opera con carbón.
Y la principal razón que ha impedido la ejecución de los proyectos tendientes a fortalecer la capacidad de transporte de la energía es por demoras en la expedición de las licencias ambientales, cuando no obedece a la conflictividad social y dificultades en las negociaciones de las servidumbres en los predios por donde pasa el trazado de las líneas. Afirma Juan Ricardo Ortega, entre desconsolado y resignado, que “si llega a fallar un par de máquinas de Termozipa podemos tener restricciones hoy”. Y, oh paradoja, la energía limpia proveniente de las hidroeléctricas es reemplazada por la que contamina proveniente de una térmica. Mucha razón le cabe al presidente Gustavo Petro cuando afirmó que “frenar un proyecto de energías limpias por razones ambientales es un exabrupto”[5] y acotó además que “las entidades públicas (UPME, ANLA y Ministerio del Interior) no están preparadas para este proceso”, refiriéndose a la Transición energética justa contemplada en el Plan de desarrollo, como programa bandera de este Gobierno!
EL CNO Y EL RIESGO DE RACIONAMIENTO
Y más recientemente el presidente del Consejo Nacional de Operaciones (CNO) que hace parte de XM, Alberto Olarte, le envió al viceministro de Minas y Energía Javier Campillo una carta abierta en la cual le pone de presente que “se ha venido informando y dando señales de riesgo sobre la operación actual para atender la demanda de la manera más confiable, segura y económica”[6]. Las razones que llevaron al CNO a dar esta señal de alerta sobre la amenaza en ciernes de un eventual racionamiento en la prestación del servicio de energía en el resto del país son múltiples. En primera instancia, su preocupación por “la disminución en la disponibilidad de las plantas hidráulicas asociada a los niveles de sus embalses o por otras restricciones, lo cual puede llevar a situaciones de riesgo para la atención de la demanda en algunas horas del día por no contar con la potencia necesaria para mantener una operación confiable y segura del SIN, en especial en los períodos de máxima demanda”[7].
No obstante, el negacionismo del Ministro de Minas y Energía[8], que lo llevó a afirmar sin pestañear el 8 de febrero pasado que “estamos a punto de superar el fenómeno de El Niño”[9] y a bajar la guardia frente a su amenaza, es el mismo que lo ha conducido a subestimar la alerta del CNO al considerar que “la fase que estamos enfrentando es la finalización del fenómeno de El Niño, toda esta situación está simulada, calculada, no hemos llegado a los mínimos críticos, estamos aún por encima de lo que podríamos llamar una situación crítica”[10]. ¡Como diría David Ospina, tú tranquilo!
Recientemente se frotaba las manos el ministro de Minas y Energía con la llegada del mes de abril, por aquello que reza el dicho popular “en abril lluvias mil” y las primeras lluvias que se desgajaron parecían darle razón, tanto más en cuanto que las mismas incrementaron, aunque levemente, el aporte hídrico y detuvieron momentáneamente la caída del nivel de los embalses. Ello llevó al ministro a manifestar que “ya estamos en la última fase, que implica cuidar mucho la recuperación de nuestros embalses”[11]. Pero la dicha le duró muy poco. Después de bajar a un mínimo del 31.26 el 3 de abril, el nivel agregado de los embalses se mantuvo por un par de días en 31.7%, para volver a caer nuevamente y ya va en 30,6%, a sólo 3 puntos porcentuales del 27%, considerado como el nivel mínimo operativo (¡!).
Entre las 13 medidas a tomar sugeridas por el CNO, a mi juicio la más urgente y la más conveniente, pero a la que menos atención le ha prestado el ministro de Minas y Energía, es la que alude a la necesidad de “revisar las condiciones bajo las cuales se activa el Estatuto para situaciones de riesgo de desabastecimiento (ESRD), dada la situación crítica que enfrenta el sector de generación”[12]. El sentido de urgencia de esta medida, que conlleva revisar la Resolución 209 de 2020 de la CREG para recalcular la senda mínima de los embalses, obedece a que diferirla podría conducir a que se reaccione demasiado tarde, “ya que el Sistema podría evolucionar hacia una condición en que el nivel de embalse siga descendiendo y los tiempos de reacción contemplados en el ESRD no sean suficientes para salvaguardar la confiabilidad y seguridad del Sistema”[13].
El efecto práctico de esta medida sería elevar el actual umbral de nivel agregado de los embalses considerado por la CREG como crítico (26.76%), con lo cual se compelería a las hídricas a embalsar en lugar de generar más allá de los límites que aconseja la prudencia, ante la incertidumbre sobre la duración de El Niño. La energía que se abstengan de generar se deberá suplir exigiendo un mayor esfuerzo a las térmicas y la que le haga falta a los operadores de la hidroeléctricas para cumplir con sus compromisos contractuales tendrían que salir a comprarla en Bolsa. En una reacción tardía de parte del Ministro Camacho, acaba de expedir la Circular 40009, fechada el 12 de abril, en la cual le da instrucciones al Centro Nacional de Despacho (CND) y a los agentes del Mercado mayorista para llevar la generación térmica hasta el tope de su capacidad en un desesperado esfuerzo por evitar lo peor y tratar de espantar el fantasma del apagón. Ojalá!
EL STRESS DE SIN
La situación planteada por el CNO tiene como telón de fondo un SIN en un alto grado de stress debido a la insuficiencia de la oferta de energía, que ha venido creciendo a un ritmo del 2.5% mientras la demanda a nivel nacional crece al 8.3% y ello debido al atraso en la ejecución de varios proyectos de expansión de la capacidad de generación. A guisa de ejemplo, de los 6.608 MW que ha debido entrar a operar en 2023, sólo lo hicieron 1.141 MW, el 17%, gracias a la incorporación de 2 nuevas unidades de HIDROITUANGO y a la repotenciación de dos unidades de TERMOCANDELARIA. Ello, además está repercutiendo en las alzas tarifas por la presión que ejercen sobre los precios de la energía en Bolsa.
Es de destacar que los proyectos asignados en las subastas de 2019 y 2021 para la instalación de los parques eólicos en La Guajira, con una capacidad de 2.400 MW, de tal suerte que, debiendo haber entrado en operación los primeros en 2022, hasta la fecha no se cuenta con ninguno de ellos. Ello, además de afectar la capacidad instalada de generación, en tratándose de tecnologías que le imprimen al Sistema una mayor resiliencia frente a las condiciones adversas del cambio climático, su entrada en operación contribuiría a frenar la escalada alcista de los precios en Bolsa y las tarifas de energía dado sus menores costos de generación. Es fácil colegir que si el SIN contara, en esta angustiante coyuntura, con los proyectos tanto de generación como de transmisión cuya ejecución está en pausa, hubieran entrado a tiempo, no estaríamos en estas afugias, dependiendo de la aleatoriedad de los caprichos de la naturaleza, implorando para que llueva!
Con el antecedente de los registros que muestran, según la Presidenta de la Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica (ACOLGEN), Natalia Gutiérrez, que “sólo 6 de 10 MW de las asignaciones en subastas previas entraron en operación y menos de 3 de cada 10 lo hicieron en la fecha programada”[14], mueve a la preocupación sobre las perspectivas hacia el mediano y largo plazo. Tanto más en cuanto que en la más reciente subasta, que tuvo lugar en febrero de este año, las asignaciones, a falta de apetito de parte de las empresas que podrían estar interesadas, fueron insuficientes para satisfacer la demanda prevista para los años 2027 – 2028. Y lo que es más grave el 99% de los 4.441 MW asignados corresponde a proyectos solar-fotovoltaicos, los cuales, por ser intermitentes, requieren contar con respaldo, ya sea hídrica o térmica. La propia Unidad de Planeación Minero – Energético (UPME) prevé, desde ya, que mientras para entonces la demanda de energía será del orden de 263 MWHD, la Oferta de energía en firme (OEF) será del orden de 249 GWHD. Es decir, que está cantado el déficit, razón por la cual hay premura para que se convoque otra subasta para conjurarlo.
LA VULNERABILIDAD DE LA MATRÍZ ENERGÉTICA
A lo anterior se viene a añadir la gran dependencia del SIN de la generación hidráulica, que participa con el 68% de la capacidad instalada de la matriz eléctrica, que lo torna muy vulnerable frente al fenómeno del Niño que, como el que se experimenta actualmente ha llevado el agregado del nivel de los embalses que le sirven a la hídricas a extremos del 31% de su volumen útil, el más bajo en los últimos 20 años. Huelga decir que los promedios, que es lo que refleja el agregado del nivel de los 26 embalses que le sirven a las hidroeléctricas, son engañosos, ya que embalses tan importantes como el del Guavio está al borde del 5% y el más importante de todos, el de El peñol oscila alrededor del 35%, lo que puede llevar a la indisponibilidad de algunas de las centrales de generación que requieren de dichos embalses para operar.
Este es el detonante de un riesgo latente de un racionamiento del servicio de energía como ya se empieza a dar en la prestación del servicio de agua potable, empezando por la Capital. Riesgo este que se ha visto exacerbado por la falta de previsión y la improvisación por parte del Ministerio de Minas y Energía, que no ha sido capaz siquiera de poner a funcionar, como se requiere, sobre todo en las actuales circunstancias, a la CREG, que es la entidad regulatoria del sector.
A propósito, el Gobierno acaba de designar tres de los cinco expertos comisionados que hacen falta para completar la nómina, a uno de ellos le renuevan el encargo por otros tres meses, a otro lo encargan y sólo a uno de ellos lo nombraron en propiedad. El Gobierno insiste, con terquedad aragonesa, en seguir actuando a contrapelo del pronunciamiento reciente de la Corte Constitucional en el sentido que dichos expertos comisionados, además de no ser de libre nombramiento y remoción por parte de su nominador, tienen por Ley período fijo de cuatro años y además deben ser de dedicación exclusiva. De esta manera aspira el Gobierno a contar con un quorum precario para tomar decisiones, del cual adolece actualmente, pero que, a la vuelta de tres meses, que es lo que dura el encargo estaremos en las mismas. Este es un atentado contra la institucionalidad del sector y es parte de la gestión y/o de la falta de gestión de este Gobierno que ha llevado al sector energético a una crisis inducida. [1] El Tiempo. Julio, 18 de 2023
[2] Ídem
[3] Ídem
[4] Semana. Abril, 3 de 2024
[5] Portafolio. Mayo, 12 de 2023
[6] Consejo Nacional de Operaciones (CNO). Marzo, 26 de 2024
[7] Ídem
[8] Amylkar D. Acosta. El negacionismo de la crisis energética. Octubre, 17 de 2023
[9] El Tiempo. Febrero, 8 de 2024
[10] La República. Abril, 2 de 2024
[11] Portafolio. Abril, 1 de 2024
[12] Consejo Nacional de Operaciones (CON). Marzo, 26 de 2024
[13] Ídem
[14] El Tiempo. Marzo, 12 de 2024
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