Al caer la noche en la ciudad amurallada de Cartagena, las películas dejan las salas de cine, para ser mostradas en diversos puntos del corralito de piedra.
Redacción: Santiago Acuña
Calles, Parques, Barrios y Casonas se vuelven el lugar predilecto para que los mismos cartageneros entren en contacto y encuentren un sentido de pertenencia por ese Festival Internacional de Cine que tanto reconocimiento les ha traído con el pasar de los años.
Más de 7.200 minutos en películas y cortas nacionales e internacionales son proyectados a lo largo de todo el festival en los espacios callejeros, siendo sin duda alguna una oportunidad para disfrutar de mucha diversidad audiovisual en la gran pantalla fuera de una sala de cine convencional, y teniendo en cuenta factores socioeconómicos habituales en muchas familias de ciudades como Cartagena, seguramente poder ver alguna película fuera de una sala de cine es completamente algo por lo cual estar agradecidos.
Son precisamente puntos como esos los que han llevado al festival de la mano de sus patrocinadores a crear este tipo de espacios en los cuales las comunidades en sectores aledaños al festival puedan disfrutar de la proyección de una película. Personas como Jorge Benítez que disfruta del festival como asistente y habitante de la ciudad de Cartagena hace mención de estos espacios como lugares en los cuales permiten conocer a las personas de a pie contenido audiovisual mucho más allá de los consumidos habitualmente en las salas de cine tradicionales, sin embargo para Jorge, esto juega como un arma de doble filo la cual de alguna forma u otra puede afectar la proyección de un cortometraje o película, ya que para Jorge no todo el material cinematográfico puede soportar, los diversos contratiempos o momentos que se suele vivir a la hora de proyectar una película en las calles.
Generar conexión con la ciudad y sus habitantes para Alfredo como curador del Ficci en su edición 62 es crucial a la hora de llevar a cabo espacios como estos, en los cuales la cultura y la tradición son emitidas y compartidas, ya que Cartagena así como otras ciudades del mundo cuentan con sus tradiciones y merecen ser compartidas entre si, no solo para hacedores, invitados o asistencial festival, sino también a esos grupos humanos que dan origen a ese conjunto de culturas desde sus lugares de vida.
El ciudadano de a pie en muchas ocasiones puede que no tenga la oportunidad de entrar a una sala de cine, en las cuales sus historias están siendo narradas, el cine callejero a llegado para quedarse no tanto con un mensaje empático sino con un mensaje más de reconocimiento y reconciliación con la ciudad que presentan sus habitantes para llevar a cabo uno de los encuentros latinoamericanos más importantes del mundo.
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