Por Alberto Ortega Manzanares
¿Qué consecuencias tiene para el mundo?
Ayer, el presidente Petro pronunció un sonado discurso en la vigesimoséptima cumbre climática de las Naciones Unidas. Urgió a los gobiernos a unirse contra los mercados y a poner fin de una vez a los combustibles fósiles. Estos son responsables de la aceleración de un calentamiento global que se da de forma natural. Sin embargo, la liberación masiva del carbono encerrado en los yacimientos de petróleo y de carbón han supuesto la retención del calor en la atmósfera. La Tierra funciona como un sistema autorregulado en el que tocar una pieza afecta al resto.
Si la temperatura sube, los casquetes polares se derriten. Así pues, menos superficie reflecta los rayos del sol y más rápido se calienta el planeta. Los océanos se acidifican y calientan, lo que mata a los corales poco a poco. Estos, también son sumideros de carbono y al liberarse se calienta más la tierra.
La destrucción de los bosques también libera el carbono almacenado en la masa vegetal. Además impide que las plantas actúen de filtro para transformarlo en oxígeno y almacenarlo de nuevo. Tan solo se agrava el problema mientras desaparecen las especies que habitan en ellos.
Corales se blanquean al morir/Fuente: @picazomario
Al alterar el ciclo de evaporación y precipitaciones del agua aumenta la intensidad y la frecuencia de fenómenos climáticos extremos como los huracanes, las sequías y las ventiscas. Ahora bien, ¿cómo afecta todo esto a Colombia?
¿Cómo de perjudicada sale Colombia?
Contamos con varias consecuencias ya perceptibles como el ya mencionado blanqueamiento de los corales, la pérdida de playas y erosión costera, el derretimiento de los glaciares, eventos climáticos extremos y pérdida de biodiversidad.
En cuanto a la erosión costera, podemos dar fe de ello en el mar Caribe. El Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras “José Benito Vives de Adréis” (INVEMAR) señala al aumento del nivel del mar derivado del cambio climático como uno de los causantes. Este afecta a las zonas especialmente bajas de tal manera que la costa retrocede. Además, el oleaje se lleva los sedimentos mar adentro. Incluso en esto tiene que ver el cambio climático al deteriorar los corales. Se tratan de animales muy duros que se fijan a las rocas y ayudan a mitigar el impacto de las olas en la tierra. Por lo tanto, si las barreras de coral mueren, esta golpea con mayor intensidad “devorando” así las tierras bajas.
Selva dividida en parcelas y deforestada/ Fuente: Conavil_ECM
Una de las mayores causas de blanqueamiento de los corales (además de las elevadas temperaturas) según un estudio de la Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, consiste en los fenómenos climatológicos extremos. Concretamente, “La Niña” de 1998-2000 y 2007-2008 dañaron sobremanera los arrecifes. Estos también actúan como sumidero de carbono al capturar el CO2. Sin embargo, ya ha comenzado un proyecto llamado “Un Millón de Corales” que pretende restaurar los ecosistemas coralinos tanto de San Andrés como de la costa caribeña. El crecimiento de los corales es lento, por lo que quedan años para apreciar los resultados.
En cuanto a los eventos climáticos extremos no hay mucho que aclarar. Nos encontrados sumidos en una ola invernal sin parangón cuyas consecuencias son desastrosas. Inundaciones en Cartagena tras 36 horas de lluvia, deslizamientos en Puerto Colombia que dejaron el municipio a oscuras, colapso de edificios en Piojó… Una mayor evaporación al calentarse la atmósfera se traduce en precipitaciones más fuertes que destruyen todo a su paso. Queda por ver si el cambio en el clima se traduce también en sequías más prolongadas. De ser así, las lluvias torrenciales se llevarían la tierra que no queda fijada por las raíces de las plantas que han muerto a causa de la falta de lluvia. Así pues, la final sría la deforestación.
Inundación en Cartagena de este fin de semana/Fuente: @malbarracin en Twitter
¿Qué puede hacer Colombia?
Lo cierto es que las consecuencias del problema ya están aquí. Así pues, las fuertes lluvias seguirán castigando a los departamentos del Caribe. Por lo tanto, es necesaria la planificación pública para mitigar el daño de los efectos del cambio climático a los ciudadanos. Estrategias para “plantar corales” y proteger la vegetación de las zonas costeras son imprescindibles para evitar que el mar se los trague. También deben priorizar en infraestructura diseñada para lluvias torrenciales y planes de uso racional del agua frente a sequías.
Poner énfasis en el desarrollo urbano también es prioritario. Sería absurdo construir en zonas que se pueden inundar por la subida del nivel del mar o por precipitaciones. Por ello es que conviene tener en cuenta incluso la reubicación de poblaciones ubicadas en zonas inundables. Incluso conviene dejar zonas sin urbanizar para tenerlas como reservas de la biosfera. Proteger los bosques, los manglares y los corales sirve para filtrar el CO2 del aire y transformarlo en oxígeno.
De la misma manera, también conviene realizar la transición a las energías verdes lo más rápido posible para evitar la emisión de los gases que calientan la Tierra. Sin embargo, lo triste de la historia es que (según el Instituto de Recursos Mundiales del Banco Mundial) Colombia tan solo aporta el 0’57% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Son los países pobres los que más sufrirán las consecuencias de los errores de los países ricos.
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