Columna del Ex ministro de Minas y Energía de Colombia, Amylkar Acosta Medina.
La ONU estableció el 15 de diciembre de 1977 el Día del Medioambiente, con el fin
de sensibilizar a la población sobre la importancia de protegerlo contra la amenaza y
los estragos del Cambio climático, que ponen en riesgo nuestra Casa común, como
la llama el Papa Francisco y nuestra propia supervivencia como especie humana.
Ocasión propicia esta para llamar la atención sobre los planteamientos de Bill Gates
en su última obra, cuya lectura recomiendo, Cómo evitar un desastre climático2.
Nos dice Bill Gates: “en los últimos años se habló mucho sobre el peligro de una
epidemia y gobiernos y ciudadanos no invirtieron esfuerzos suficientes para
prepararse, porque siempre es más fácil enfocarse en las preocupaciones inmediatas
que en peligros futuros. Pero, ahora nos damos cuenta de que fue un error enorme
no prepararnos para esta eventualidad y espero que aprendamos la lección en
relación con el Cambio climático: que es mejor invertir dinero ahora para evitar
el peor escenario, esperar a que la crisis nos golpee y sea demasiado tarde”.
Y, como lo afirma el periodista español Luis Bassets, “la crisis por el coronavirus
puede ser el ensayo general para la próxima y más grave provocada por el Cambio
climático”3. Lo dijo enfáticamente el Secretario General de las Naciones Unidas
Antonio Guterres, “nos acercamos al borde del abismo...si no cambiamos la
dirección de aquí a 2020, corremos el riesgo de cruzar el umbral en el que podemos evitar el cambio climático desbocado”.
Como se recordará el Panel Intergubernamental de expertos de las Naciones Unidas
sobre el cambio climático, la máximo autoridad sobre el tema, creado en 1998 e
integrado por 195 estados miembros, arribó a dos conclusiones que son
fundamentales: la primera, que existe una gran correlación entre las concentraciones
de CO2 en la atmósfera y la temperatura global y la segunda, que la causa principal
de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) entre ellos el dióxido de
carbono (CO2) es antropogénica, es decir, se debe a las actividades humanas4.
Periódicamente el IPCC reporta el grado de concentración a través de informes, cada
vez más preocupantes y desde el inicio de su gestión ha dado a conocer cinco de
ellos.
Se trata del “antropocentrismo despótico que se desentiende de las demás criaturas”5,
que es como la denomina el Papa Francisco. Y cada vez la precisión y el grado de
certeza sobre la responsabilidad en ello de la actividad humana es mayor, en el año
2001 era del 60%, en 2007 del 90% y ya en el 2014 se elevó al 95% (¡!). Desde su
primer Informe de evaluación hasta el más reciente, el IPCC ha sido categórico en
plantear la necesidad del control de las emisiones de GEI como única forma de
detener el apocalipsis climático!
El riesgo es mayor habida cuenta del incumplimiento por parte de los principales
responsables de los gases de efecto invernadero (GEI) acumulados en la atmósfera
y de las mayores emisiones de los mismos del Acuerdo de París. Cada vez se torna
más dificil alcanzar la carbono neutralidad hacia el 2050 para contener el aumento
de la temperatura global por debajo del umbral de 1.5 grados Celsius con respecto a
la eran preindustrial, como lo acordó la COP26.
La conmemoración de esta fecha coincide con la triste noticia de que en Colombia,
después de alcanzar una reducción del 29.1% en la deforestación, su principal fuente
de emisiones de GEI, en 2022 y entre el 25% y el 35% el año anterior, en el primer
trimestre de este año se revirtió dicha tendencia y aumentó nuevamente, esta vez el
aumento fue del 40% (¡!). Y ello justamente cuando se anuncia la realización entre
el 21 de octubre y el 1º de noviembre de este año de la 16ª Conferencia de las partes
(COP16) del Convenio sobre la Diversidad biológica (CDB) de las Naciones Unidas,
en Cali!
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