Autora: Andrea Hasselbrinck
Entre las multitudes hay personas que nunca pueden pasar desapercibidas, ya sea por su forma de vestir, hablar, su peinado, calzado, una barba o su forma de ser, Aldair Zamora cumple con todas. Pese a su baja estatura es casi imposible no encontrarse con sus risueños ojos café, con su siempre amigable sonrisa, y con su atributo más importante, una historia por contar.
Hace 3 años inició la travesía de este joven galapero, que siendo personero en su colegio asistió a un evento que cambió todo, El Caribe Cuenta. “Se supone que el evento era para los niños de grados 4º y 5º , pero yo por ser personero estaba ahí, y cuando yo vi toda la función quedé maravillado, justo en el final dijeron que había una convocatoria abierta para un concurso intercolegial de narradores hasta el grado 11, yo me inscribí enseguida, quise probar y gané, allí me di cuenta que eso era lo que a mi me gustaba, lo que yo quería”. mencionó Aldair.
Desde ese mágico encuentro cara a cara con la oralidad él supo que esta iba a ser su fiel compañera hasta que la muerte los separe. Narrar es una de las pasiones más grandes de Aldair y la vive cada vez que puede.
En la costa caribe colombiana tenemos una tendencia a pensar que todo cuentero debería ser costumbrista o vocero de la tradición oral de nuestra cultura, pero el chico de estatura bajita con sueños grandes nos demuestra lo contrario, no es obligatorio ser un narrador costeño y costumbrista, su estilo está más enfocado a las historias con mensajes, cuentos para niños, algunas adaptaciones de textos, y escritos propios. Se puede tener una misma historia sin contarse igual, cada uno le da un toque único, ese algo que lo hace suyo.
Como todo en la vida, las dulces victorias las prosiguen amargos infortunios, el joven galapero no pudo ingresar a la universidad por giros inesperados del destino, en ese oscuro momento llega un ángel para iluminar la existencia de aquel soñador, apareció una mentora para él, Iveth Hernández, ella fue la encargada de reavivar esa llama que lentamente se extinguía en el interior de Zamora.
Los días se pasaban con lo que hasta ese entonces fue un final feliz, poco a poco Aldair se dio cuenta que no era el único, que existen más personas con ese don de contar un buen cuento, así que se transformaron en un colectivo, un grupo de gente que se dedica 'A Narrar Se Dijo Juscarajoo '. Gracias a gente con el mismo amor por este arte se formó esta colectividad que ahora se centra en brindarle talleres de narración oral a los galaperos, además de ayudarse a mejorar a sí mismos.
Después de altibajos, el pequeño gigante entra a su primer semestre de universidad, estudia una carrera que ama porque junta sus dos amores, la oralidad y el contacto con la gente, eligió Comunicación Social - Periodismo. Se ha dedicado a usar esta profesión para mejorar y avivar esa creatividad a la hora de escribir y contar historias.
Sus aventuras cambian de escenario constantemente, una de las más recientes fue su gira por Perú, toda una odisea que siempre consiste en el mismo propósito: dejar un mensaje positivo en la vida de cada persona que lo escuche.
Su experiencia no solo en los teatros sino que también con las comunidades que habitan cada población fue única e inolvidable para él, así como sus raíces y su cultura que siempre mostraba orgulloso a donde quiera que iba acompañado de su sombrero vueltiao' , contando las historias que aquí nos llenan el alma, cada palabra que salía de su boca al final del día tenían un sabor a casa, a un aire nuevo pero que ya era familiar, después de todo, regresar al hogar tarde o temprano era parte del plan.
Como una señal divina, las fechas de la convocatoria de Luneta 50 para el Concurso Universitario de Narradores Orales para el festival de El Caribe Cuenta llegaron a su conocimiento. Sin pensarlo demasiado se inscribió, no sabía si la fecha de su regreso iba a coincidir con la del evento. En el fondo de su corazón él presintió que esto era suyo, y así fue.
Una dura contienda entre los participantes de la convocatoria no evitó que Aldair se llevara la victoria, aunque si estaba intimidado por sus contrincantes, la presión y esa mezcla de emociones entre nervios y felicidad por volver a Luneta no lo acobardaron, solo lo hicieron más fuerte.
Su determinación trajo consigo un número de premios como:
- Hacer parte de la programación oficial del XXII Festival Internacional de Cuenteros “El caribe cuenta”.
- Su universidad ganará la realización de una muestra del Festival dentro de sus instalaciones.
- Una certificación como ganador de esa contienda entre los 7 participantes que eran en total.
"Después de haber participado en el concurso se intercolegiales estuve ayudando en las otras ediciones de El Caribe Cuenta como logística, eso me ayudó mucho porque estaba más en contacto con los narradores y me daban consejos o tips para mejorar cosas como la puesta en escena, los nervios, pulir el estilo, cosas así." mencionó Aldair nostálgico al recordar aquellos bellos recuerdos, sabiendo que vienen muchos más.
El pequeño gigante es y será un trotamundos, pero lo más importante es que ha hecho, hace y seguirá haciendo lo que le apasiona, contar historias.
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