El plan contempla el servicio presencial de bares, restaurantes, peluquerías e iglesias, a partir de julio.
Fotografía: Ángela Pertuz
Ante la crisis económica que actualmente vive el sector comercial a causa de la COVID-19, la Cámara de Comercio de Cartagena presentó al Ministerio del Interior lo que sería, el plan piloto para la reactivación del Centro Histórico, en el que se estudia la reapertura de actividades en bares, restaurantes y ventas de comida a nivel presencial. También se contempla la apertura de las curadurías y de algunas iglesias para oficiar misas.
Según cifras de la Cámara de Comercio de Cartagena, actualmente son 1.073 establecimientos en el Centro Histórico los que pueden operar de acuerdo al último decreto emitido por el Distrito, el 46% ubicado dentro del Centro Amurallado, el 22% en La Matuna, 21% en San Diego y el 11% en Getsemaní.
En el caso de los restaurantes, “Los domicilios no representan ni el 30% de la facturación de los restaurantes, por lo que sus ingresos con todo y ventas online han bajado en un 70%. Eso no da para cubrir arriendo en el Centro, nómina, materia prima, entre otros gastos”, manifestó Sebastián Rodríguez, jefe de entornos competitivos de la Cámara de Comercio de Cartagena que ha estado al frente del proyecto.
Convirtiéndose en una pérdida significativa para los dueños de los establecimientos y trabajadores, por ello, el plan piloto contempla las zonas del Centro Amurallado, La Matuna, San Diego y Getsemaní, y limita la circulación a personas mayores de 18 años y menores de 70 años sin comorbilidades de base.
“Escogimos el Centro Histórico porque por su naturaleza al estar rodeado por las murallas, es sencillo de contener y controlar los accesos. Además, tiene la característica de que su parte residencial es muy pequeña por lo que es un hub comercial para ensayar la apertura de restaurantes, bares, almacenes de ropa, peluquerías y joyerías, que generan empleo”, indicó Rodríguez.
Así mismo, añadió que “También pensamos en una apertura de las discotecas, pero no en modo rumba sino únicamente en servicio de bebidas o comidas de manera presencial donde las personas puedan ir, sentarse y pasar un rato”.
Respecto a los horarios de apertura, se propone que sean de forma escalonada: 8 a.m., 9 a.m. y 10 a.m.; de la misma manera con los horarios de cierre. “Si entran todos los negocios a una misma hora se van a generar picos en la demanda de transporte, lo cual podría generar aglomeraciones”, señala Rodríguez.
En cuanto a restaurantes y bares, por su naturaleza se propone un horario de cierre hasta las 10 p.m.; así mismo, cada establecimiento será el responsable de que se cumplan a cabalidad la medidas de prevención, como la toma de temperatura y los protocolos de bioseguridad.
Comments