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Foto del escritorNatalie Berdugo Cañón

Cartagena sabe a mariscos gracias al comedor de su mercado, Bazurto

Cartagena sabe a mar y su mercado de Bazurto lo comprueba, la sazón de las  matronas y cocineros se pueden degustar en su popular mercado donde la elegancia colonial y conocida Cartagena se alejan para dar cabida a la calidez, alegría y la perspicacia de su gente popular. 




La ciudad más cara de Colombia es uno de los lugares favoritos de extranjeros, sus calles antiguas considerada patrimonio es vacacional romántico, espacio perfecto para contraer nupcias y vivir las mieles del enamoramiento, ni hablar de las paradisíacas playas, sin embargo más allá de sus nostálgicas calles que parece que te transportaran al pasado, al salir de la zona histórica dividida por murallas, más allá del castillo San Felipe, entre la religioso Cerro de la Popa  y la Ciénaga de las Quintas se encuentra la Cartagena del presente, el mercado público, el cual habla más de quien es la Cartagena de a pie, la cartagena afro, la que vive el día a día, la que ha dejado de romantizar las murallas porque es su realidad, su diario vivir, la que hasta el momento no intenta mostrar un show para extranjeros, Bazurto. 


Por afuera de los pasadizos urbanos de este mercado el tiempo pareciera acelerarse, el tráfico alrededor va a mil por hora y la congestión vehicular avisa la personalidad ferviente que tiene el cartagenero, esa misma que aguanta un sol de mediodía, perfecta hora para comer unos buenos mariscos en gran cantidad y a un buen precio. 


Pasando la zona de comercio de ropa y demás elementos del hogar, entre pasillos, los calderos y su olor a mariscos, anuncian que has llegado a la zona comida, una cálida sonrisa, y casi que una degustación obligada de las matronas te dan la bienvenida agregando un  quienes te endulzan el oído, abriendo los brazos cual si fuera a darte un abrazo   “mi amor mi vida tengo un plato de quince en adelante” ofreciendo una degustación, para que su puesto de comida sea el escogido. 


Las cocinas al aire libre te dejan observar la comida fresca que está por salir y entre sus comedores encuentras a las personas extasiadas por los deliciosos y grandes platos que se disfrutan, ya sea el nativo que se da su gusto, las familias, visitantes nacionales y extranjeros. 


En mi caso, el puesto de la flaca y la gorda me recibe, ofreciéndome el plato básico y afirmando que ese es su puesto. Me explica que el plato básico es el arroz de marisco, salpicón, plátano en tentación, una ensalada y  una jaiba de ñapa, por su puesto un vaso de aguapanela no puede faltar, dependiendo de como lo armes, el plato llega a costar entre 15mil y 25mil pesos, a este se le pude agregar una cazuela. 


El mercado Bazurto es un fiel resumen de la cultura popular que se mueve al son de la música picotera, fiel prueba de una historia que cuenta los vestigios de una herencia africana y que al llegar al Caribe, se transformó  en una sociedad de personalidad única, impredecible, histriónica y emocional. 


En otro pasadizos te encuentras con los carteles picoteros, los que se usan para promocionar las presentaciones de los famoso picó, los sistemas de sonido, este tipo de diseños también representan a una cultura rumbera y alegre, por supuesto esto se hace notar con la diversa música que sale de todos lados; salsa, champeta, vallenato y hasta que uno que reggaeton, que se vende en vinilo o esta para amenizar una tomada de cerveza  y refrescarse por el calor o encuentros sociales que se dan debajo de un árbol. 


Otro universo, es asi como describo los contrastes de esta ciudad, otro universo paralelo donde se vive la herencia afro heredada por la historia de esclavitud impuesta por extranjeros, en este caso españoles. 



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